Empezamos el mes de junio, ya era hora.
Aunque yo el que de verdad quiero empezar es julio, para irnos a España de
vacaciones. Espero que junio pase rápido.
Seguimos con las noches interrumpidas, no
ha habido avance en eso aun.
Por la mañana he ido a la consulta. Hoy
me toca ir sola porque lo que nos falta es llevar a Miriam al hospital. Así que
Osama se ha quedado en casa con ella.
La de hoy ya sé que será una consulta un
poco más rara de lo normal porque es parte de un curso con otros ginecólogos.
Ojo que mi médico me pidió permiso, ¿eh? Está un poco loco pero no tanto, jeje.
Lo bueno es que, como tengo a 4 ginecólogos pendiente de mí, lo vemos todo al
detalle. Bueno, lo ven, porque yo me entero solo de la mitad. Me han enseñado
el cerebro y las dos diferentes partes, los riñones, los pulmones, el corazón,
los pies, las manos, la cara, etc. Pero lo que más ilusión me ha hecho es que
es un niño. Como estaba convencida de que iba a ser otra niña, pues me he
llevado una gran sorpresa. Me lo han tenido que decir tres veces. Incluso me
han señalado sus partes íntimas para que
estuviera 100% segura pero, evidentemente, no he visto nada.
Ya, a punto de irme, ha venido la
enfermera para darme el papel del seguro y… otra sorpresa aún mejor: me ha dado
una baja de dos semanas. He salido del hospital con tal subidón que los 46
grados que marcaba el coche ni me han importado.
Al llegar a casa y decirle a Osama que ya
sabíamos que era, me ha preguntado con cara de extrema felicidad: “¿Es otra niña?”
Para que luego me digan que debe estar encantado con eso de ser un niño. En
fin, lo importante es que venga bien y punto.
Hemos comido en casa tranquilamente y
descansado un poco antes de que llegaran los padres de Osama a tomar té. Desde aquí
hemos hablado con Ban, que ya está instalada en su piso de Canadá.
Y el resto de la tarde, como hace mucho
calor, tampoco hemos hecho mucho. Aprovechando que ya por fin tengo la licencia
de alcohol, hemos ido a comprar cervezas y vino, que la semana que viene
tenemos invitados en casa y, además, empieza la Eurocopa, que pensamos ver en
casa.
Y, después de cenar, hemos visto un
programa nuevo en la tele. Se llama Junior Masterchef y es la versión infantil
de un concurso de cocina. Hay que ver cómo cocinan los enanos de 10-13 años,
nos hemos quedado flipados. Pero llega un punto que da un poco de pena también.
Porque a esa edad, tendrían que estar con las bicis jugando en vez de preparar
un lomo de cordero al Wellington o un risotto de pollo y champiñones.
En fin, nos vamos a dormir, que el fin de
semana no ha podido empezar mejor.