Ya he contado varias veces lo poco que importa el cómo se llamen los días de la semana. En España es domingo y aquí sábado, pero el sentimiento es totalmente el mismo: último día del fin de semana antes de volver a currar. Y eso que yo aún no curro.
Nos hemos levantado a las 11, bien descansaditos. Después de desayunar, hemos estado ordenando un poco el salón y Osama iba instalando parte del Home Cinema. A mí, con los cereales, se me ha roto un trocito de una muela, así que tocará ir al dentista.
Ha venido Emilie a comer, que le gusta mucho el gazpacho y tenemos para dar y regalar. Luego se ha tenido que ir a trabajar, que acaban de abrir la tienda de Custo y tiene gente aquí.
Luego ha venido la chica de Du, compañía de telecomunicaciones de Dubai, a instalarnos la tele en nuestro cuarto. Es que aquí no es tan fácil como en España, que enciendes la tele y ya tienes los canales. No, aquí es todo por cable, así que tienen que venir a ponerte el aparatito y, por supuesto, cobrarte una mensualidad. De eso se trata.
A las 18:00 teníamos hora con el dentista. Osama también estaba fasstidiado con una muela, desde hace unas dos semanas. Nos han dejado a los dos como nuevos. La verdad es que este dentista es muy bueno.
De ahí, a Misa a la Iglesia que nos gusta, que la teníamos muy cerca del dentista. Como siempre, la de 19:30 estaba a reventar, es increíble.
De camino a casa, hemos pasado un momento por el Mall para comprarle un regalo a Jad, que es su cumpleaños. También es el de mi prima Lola, mi primo Eugenio y su hija, Eugenia. Y, para completar, aniversario de mi abuelo Iñigo. Como para olvidarme de la fecha, jeje.
Terminamos el día cenando un sandwich mientras vemos cómo Estados Unidos dice adios al Mundial.
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