He amanecido a las 6:40 con los
canturreos de Miriam. Menos mal que se ha vuelto a dormir hasta las 9, que se
ha despertado como una moto claro.
Una vez arreglados todos, nos hemos ido a
la calle. Cada uno pilla un camino porque yo tengo que ir a Satwa a recoger
unos trajes y Osama ha decidido preparar la comida y se va a por sus exóticos
ingredientes.
Yo me he llevado a Miriam, que es más
fácil manejarla que en un supermercado. Hemos recogido también una camisa de
Osama. Y, la verdad, la pobre enana no puede ser más buena. Con 36 grados que
hacía y teníamos que andar unos 200 metros de un sastre a otro. No se ha
quejado lo más mínimo.
Pero ha llegado a casa reventada, eso sí.
No quería ni comer pero se ha terminado todo la tía. Y, en seguida, a dormir la
siesta mientras nosotros preparábamos unos noodles con verduras y pollo.
Estaban muy ricos, la verdad.
No hay nada como, después de comer,
tirarse en el sofá un ratito y ver una peli de estas que yo llamo “de no pensar”.
Pues justo estaban poniendo una de esas así que genial.
Miriam ha amanecido a las 4:15, como una
campeona. Después de merendar, nos hemos ido abajo a dar un paseo y grabar un
vídeo que tengo que enviar a la Alumni de la Universidad.
No hemos parado de reírnos con el
terremoto este que tenemos por hija. Ha aprendido la palabra mágica de su vida:
“ma” Y así se pega todo el día, sobre todo si ve comida a su alrededor. Me ha
visto con un zumo de manzana y, rápida y veloz como el viento, se acercaba
diciendo “ma, ma, ma” sin parar. Es un caso.
Ya de vuelta a casa, he estado preparando
la comida de Miriam para la semana y luego hablado con mis padres, que tienen a
mi abuela en casa. Se ha quedado encantada de la vida porque su bisnieta le ha
mandado un beso con la manita. Y eso que es la número 29 creo.
Acostada la enana, hemos cenado unas
pechugas de pollo muy ricas con espárragos verdes. Y por fin, hemos terminado
de ver la peli que empezamos anoche. La verdad es que me ha gustado mucho y,
aunque suene increíble, me recuerda bastante a lo que se vive en algunas
familias de aquí. Parece mentira que hayan pasado más de 50 años y, en algunas
partes del mundo, no se haya evolucionado. Así de triste.
En fin, esto es lo que ha dado de sí el
fin de semana.
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