martes, 2 de octubre de 2012

Noche movidita


Menuda nochecita que hemos tenido hoy, gracias al vecino de abajo. Desde las 12:30 de la noche hasta las 3:00 hemos estado sin pegar ojo porque había alguien montando muebles, con martillazos y todo. Pensamos que era el de arriba, porque sonaba justo encima nuestra. Así que fuimos a tocar la puerta porque tampoco es plan de llamar a la casa equivocada. No contestaba nadie pero fuimos a buscar al de seguridad, que siempre saben quién se acaba de mudar y dónde. También ha pensado que era el de arriba y no se ha cortado en llamar un par de veces al timbre. Ha salido el pobre hombre en pijama y con una cara de sueño que no podía con ella. Evidentemente, no era él. Yo no sabía cómo pedirle perdón. Total que hemos ido al de abajo y, casualidades de la vida, es compañero de Osama en Pepsi. Se acaba de mudar. El tío es que ni se ha sorprendido al abrir la puerta, como si fueran las 5 de la tarde. Que si su familia llega mañana, que ha estado viajando y no ha podido hacerlo antes, que mañana vuelve a irse de viaje, etc. Lo que sea, pero es que son las 2:30 de la madrugada.

He conseguido dormir un par de horillas más antes de empezar el día.
Hoy, como tenemos consulta a las 9:30, hemos dejado a Miriam en la guardería y nos sentamos en una terraza a desayunar, que el tiempo empieza a estar de lujo.

Buenas noticias en el médico: además de ir todo bien, que ya es una alegría, me ha dado la baja. Es más por precaución que por otra cosa. Aunque ya está contento con haber llegado tan lejos, todavía es pequeña para que nazca ya; pesa unos 2,3 kg. Pero al menos estaré trabajando en casa más tranquila sin tener que subir escaleras e ir de un lado a otro sin parar.

Vuelvo a la oficina para entregar la baja y dejar cerrado lo máximo posible. Me da muchísima pena por el equipo. Aunque ya sé que nadie es imprescindible, me da la sensación de que los dejo abandonados, sin nadie dirigiendo el departamento y con mil frentes abiertos. Pero como dice Nick, el ayudante de recursos humanos, ya los jefes deberían saber lo que les ven’ia encima.

A las 17:30 he conseguido irme a casa con el portátil y una bolsa de regalos de Leah, un encanto. Como su marido ha estado hace poco en Chicago, me ha traído una bolsa de mis regalices preferidos y tres cajas de unas barritas de cereales de Special K, que sólo venden allí y están riquísimas. También le ha regalado unos cubre pañales a la que está por venir y un álbum de fotos a la futura hermana mayor.

Al llegar a casa, Miriam me estaba esperando para ir un ratito al patio. Osama también llegaba en ese momento con una cajita de macarons para los vecinos de arriba. Se lo hemos subido en un momento para pedirles perdón por lo de anoche.

Tras jugar un rato abajo, nos subimos para hablar con los abuelos antes del baño y la cena. Y hoy nosotros hemos seguido casi la misma rutina que Miriam. A dormir pronto y esperemos que no haya interrupciones hoy. 

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