Menuda nochecita que hemos tenido hoy,
gracias al vecino de abajo. Desde las 12:30 de la noche hasta las 3:00 hemos
estado sin pegar ojo porque había alguien montando muebles, con martillazos y
todo. Pensamos que era el de arriba, porque sonaba justo encima nuestra. Así
que fuimos a tocar la puerta porque tampoco es plan de llamar a la casa
equivocada. No contestaba nadie pero fuimos a buscar al de seguridad, que
siempre saben quién se acaba de mudar y dónde. También ha pensado que era el de
arriba y no se ha cortado en llamar un par de veces al timbre. Ha salido el
pobre hombre en pijama y con una cara de sueño que no podía con ella. Evidentemente,
no era él. Yo no sabía cómo pedirle perdón. Total que hemos ido al de abajo y,
casualidades de la vida, es compañero de Osama en Pepsi. Se acaba de mudar. El tío
es que ni se ha sorprendido al abrir la puerta, como si fueran las 5 de la
tarde. Que si su familia llega mañana, que ha estado viajando y no ha podido
hacerlo antes, que mañana vuelve a irse de viaje, etc. Lo que sea, pero es que
son las 2:30 de la madrugada.
He conseguido dormir un par de horillas más
antes de empezar el día.
Hoy, como tenemos consulta a las 9:30,
hemos dejado a Miriam en la guardería y nos sentamos en una terraza a
desayunar, que el tiempo empieza a estar de lujo.
Buenas noticias en el médico: además de
ir todo bien, que ya es una alegría, me ha dado la baja. Es más por precaución
que por otra cosa. Aunque ya está contento con haber llegado tan lejos, todavía
es pequeña para que nazca ya; pesa unos 2,3 kg. Pero al menos estaré trabajando
en casa más tranquila sin tener que subir escaleras e ir de un lado a otro sin
parar.
Vuelvo a la oficina para entregar la baja
y dejar cerrado lo máximo posible. Me da muchísima pena por el equipo. Aunque
ya sé que nadie es imprescindible, me da la sensación de que los dejo
abandonados, sin nadie dirigiendo el departamento y con mil frentes abiertos.
Pero como dice Nick, el ayudante de recursos humanos, ya los jefes deberían saber
lo que les ven’ia encima.
A las 17:30 he conseguido irme a casa con
el portátil y una bolsa de regalos de Leah, un encanto. Como su marido ha
estado hace poco en Chicago, me ha traído una bolsa de mis regalices preferidos
y tres cajas de unas barritas de cereales de Special K, que sólo venden allí y están
riquísimas. También le ha regalado unos cubre pañales a la que está por venir y
un álbum de fotos a la futura hermana mayor.
Al llegar a casa, Miriam me estaba
esperando para ir un ratito al patio. Osama también llegaba en ese momento con
una cajita de macarons para los
vecinos de arriba. Se lo hemos subido en un momento para pedirles perdón por lo
de anoche.
Tras jugar un rato abajo, nos subimos
para hablar con los abuelos antes del baño y la cena. Y hoy nosotros hemos
seguido casi la misma rutina que Miriam. A dormir pronto y esperemos que no
haya interrupciones hoy.
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