Empezamos el fin de semana largo yendo a
desayunar a Paul en Wafi, nuestro sitio preferido. Miriam es casi la que más
disfruta porque la ponen en su silla infantil, le traen unos bizcochitos de su tamaño
y termina poniéndose morada.
De ahí nos hemos ido a comprar para mañana,
que vienen los padres de Osama a comer. Ha sido la peor idea del mundo porque
estaba el supermercado como una feria; todo el mundo ha tenido la misma idea.
Y, como mañana es el día de celebración, pues os podéis imaginar los carros que
llevan las locales. Es el equivalente a nuestra Navidad, por explicarlo de
alguna manera. Se reúne toda la familia a comer y aquí son bastantes grandes. Al
final, hemos superado la prueba y llegado a casa con todos los ingredientes.
Después de comer y descansar un poco, nos
hemos ido al Parque del Creek. Mi amiga Graciela me dio la idea anoche, por
hacer un plan distinto. Dentro tienen un delfinario así que compramos entradas
para el pase de las 6 de la tarde. Mientras tanto, damos un paseo y Miriam se
ha montado en un poni. Estaba como loca con la “jaca” aunque, una vez montada,
no le ha emocionado tanto, aunque tampoco le ha dado miedo.
En el show de los delfines no sé quién ha
saltado más, si ella o los delfines. Se lo ha pasado pipa con la música. Y,
aunque es pequeña para estar quieta una hora y media, se ha portado fenomenal.
Ya en casa, hemos hablado con el abuelo
que estaba en casa de mi tía Mercedes. Así también hablamos con ella, que está
hecha una experta de Skype ya.
Y, antes de dormir, dejamos hecho el
pastel de verduras para mañana y la pata de cordero macerando. Trabajo que
tenemos adelantado ya.
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