Último fin de semana de encierro para
Osama. El pobre no ve la hora de terminar el examen.
Aprovechando que amanecemos al alba,
hemos dejado la comida hecha: un pastel de verduras y los rollitos de carne
rellenos para luego sólo tener que ponerlos al vapor.
Como buen viernes, nos hemos ido a la
playa por la mañana, que es donde mejor se está. El tiempo va mejorando por días
y el agua empieza a estar un poco más fresquita. En la playa a la que vamos,
normalmente, no hay olas, pero es que hoy estaba el mar como una piscina. Así
que Miriam iba como loca, se metía cada vez más. Entre los baños y los
castillitos en la orilla, se nos va la mañana en un pis pas, es un gusto. Hoy había
un niño de alrededor de un año y han estado jugueteando los dos en la orilla.
Nos volvemos a casa para comer, que hoy
le hemos dado a Miriam albóndigas con patatas fritas. La muy lista, se quería comer
sólo las patatas pero al final han caído también la mitad de las albóndigas.
Después de comer nosotros, nos quedamos
sin descanso porque la enana ha amanecido más pronto que de costumbre.
Por la tarde han venido mis suegros a
tomar té y he hecho unas palmeritas, que se me han tostado un poco pero estaban
ricas. Miriam desde luego se ha tomado tres.
Y luego el paseo de todos los viernes,
porque otra cosa tampoco podemos hacer. Nos vamos al boulevard y a ver la
fuente, que cada vez le entusiasma más. Se queda petrificada y, cuando termina,
se pone a aplaudir y decir “bieeeeen, agua”. Al menos ahí la tenemos
entretenida hasta las 19:30. Y es que ahora está anocheciendo cada vez más temprano; a las 18:00 ya está totalmente
oscuro y es una pena, con el tiempo tan bueno que hace.
Llegamos a casa a lo justo para el baño,
la cena y a la cuna. Nosotros cenamos restos del almuerzo y terminamos de ver una peli que
nos bajó Osama: “Qué le pasa a los hombres”. La empezamos ayer pero nos quedamos fritas, para variar.
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