jueves, 12 de noviembre de 2009

Sorpresa

Ya está aquí el fin de semana. Esta semanita no me puedo quejar, sólo dos días de curro, no está nada mal.

El jueves ha estado cargadito de sorpresas. Primero, en la oficina, nos ha llegado el teléfono que nos prometió un proveedor: Nokia N97. Es todo un regalazo, la verdad.

Luego, Salma ha tenido que cogerse una semana de vacaciones para poder renovar su pasaporte, que tiene que irse a Egipto. La pobre estaba de lo más apurada porque la semana que viene hay que hacer muchos informes. Ya nos apañaremos.

En un ratillo que he tenido libre, le he preparado el plan a Lola y Quique, que llegan dentro de tres semanas.

A mediodía ya me avisaba Osama que por la noche tenía una sorpresa; me ha tenido toda la tarde intrigada.

Por la tarde, he ido a un seminario de Nielsen, que ha sido bastante inútil. Sólo han explicado cómo se usa el programa, cosa que ya sabía. Así que lo único positivo ha sido el paseo que me he dado desde la oficina, ahora que el tiempo está tan agradable.

He salido lo más pronto que he podido para ir a casa corriendo a cambiarme.

A las 20:00 como un clavo estaba Osama en la puerta de casa para llevarme al sitio que había descubierto la noche antes con Emilie. Es un restaurante mexicano en un hotel cerca de mi casa, el Royal Meridien. Primero, nos hemos tomado algo en una terracita muy chula que tienen arriba del restaurante. Se estaba la mar de bien allí.
La comida es muy buena, sí, porque mexclan la mexicana tradicional con una cocina un poco más elaborada, tipo europeo. Hemos terminado llenísimos los dos; nos hemos tenido que dar un paseito por los jardines del hotel para bajar un poco.

Buena forma de empezar el fin de semana, sí señor.

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