domingo, 9 de diciembre de 2007

Vuelta a Dubai

De camino al aeropuerto hemos pasado otro control del ejército, ayer pasamos dos o tres de camino al hotel. Se ve que está bastante controlada la zona. El guía se ha despedido de nosotros diciendo que los españoles somos muy simpáticos, que espera que hayamos aprendido de su cultura, etc. Supongo que se lo dirá a todos.


En el mostrador de facturación hemos visto a muchísimos árabes vestidos de blanco. Los hombres iban con unas toallas blancas. Fitri, que es musulmana, nos ha explicado que van de peregrinación a La Meca; tienen que ir de blanco y sin costuras, por eso las toallas. Las mujeres llevan pegado en la espalda el nombre de la agencia con la que viajan, para no perderse.

Nosotros 10 y otros dos europeos éramos los únicos pasajeros que no íbamos de peregrinación.

En el duty free nos hemos gastado las rupias que quedaban.Yo lo he invertido en un cojín de esos para el cuello, tengo que dormir como sea en el avión. De hecho, así ha sido. He dormido como un auténtico angelito todo el viaje.

Tanto a Susana como a mí nos ha despertado la azafata anunciando que estábamos a punto de aterrizar en Muscat. Hemos parado a la primera que pasaba por el pasillo para preguntarle por qué aterrizábamos en la capital de Omán. La respuesta de Diego ha sido muy buena: "Ala, María, ya has estado en Omán", jaja. Al parecer, el aeropuerto de Sharjah estaba cerrado por niebla. Hemos tenido que esperar una hora dentro del avión y despegado de nuevo para llegar al destino.

Una vez en Sharjah, a Diego y a Néstor le faltaba la maleta pero, finalmente, han aparecido. Menos mal porque ambos tenían las llaves de sus casas dentro.

Aquí no acababa la aventura. Diego y yo nos hemos pillado un taxi y vaya tela con la taxista. Aunque esté tirando piedras sobre mi propio tejado, no debían dejarlas. Hemos tardado como una hora y cuarto en llegar a mi oficina. Es cierto que el tráfico era horrible pero, con un taxista hombre, estoy segura de que habríamos llegado antes.

El resto del día ha sido un sin parar. Claro, he llegado a la oficina a las 11:30. Implementando la campaña de YSL L'Homme. Por fin tenemos una controlada 100% por nosotros, en nuestra red de DFA.

Joe estaba sorprendido de lo despierta que estaba. Como, de normal, a veces ando bastante dormida; el pobre pensaba que hoy iba a venir reptando.

Por la tarde han venido Youmna y Pascuale, de Euro, a informarnos sobre la cena de Navidad. Es el martes que viene, 18, y han hecho el Secret Santa (amigo invisible) El presupuesto son 50 dirhams (unos 10 euros) y a mí me ha tocado Lama, del departamento de compra. Al menos la conozco, que no es poco.

A las 19:15 me he largado a casa, ya no podía con mi alma. Después de tres días, el coche estaba asqueroso. Casi no podía ni ver por los espejos, así que primero me ha tocado limpiarlo un poco por encima; al menos, para poder llegar a casa sana y salva.
He hecho un amago de quedar con Javi, el amigo de mi primo Eduardo, pero imposible. Él libra mañana, claro, unas ganas de juerga tremendas. Pero yo estaba que me dormía por las esquinas. Ni siquiera he tenido fuerzas para contarle a mis padres el viaje. Una parada rápida en el supermercado para comprar el único café que no me disgusta tanto, el capuccino de sobre, para poder hacer frente a la semana que me espera, jajaja.

Nada más llegar a casa, he puesto una lavadora, una ducha eterna y a la camita.

No hay comentarios: