miércoles, 19 de diciembre de 2007

Khalas

Ahora sí que llegó la hora del temido adiós.

Como se canceló la reunión, he podido descansar y dormir tranquila. Aunque me ha interrumpido a las 8 el vigilante que está debajo de mi ventana, se ha puesto a charlar con alguien. Todo se arregla con una vuelta a la almohada y hasta las 11 otra vez.

Después de cerrar todas las maletas, que no ha sido fácil, empezaba la ronda de recados. Primero he ido con Susana y Álvaro a incluirles como conductores adicionales en el alquiler del coche. Así se lo quedan ellos hasta el 30 de diciembre, que acaba el contrato.

Luego a Madinat Jumeirah a comprar unos camellitos de souvenirs y unas camisetas para los sobrinos. He charlado con Marcos para ver si le conseguía un encargo, pero no ha habido suerte. Tras un paso fugaz por el Mall, me he acercado a Marina Walk para estar un rato con Laura, Dani, Bego e Ivan. Yo intentaba que no llegara el momento de la despedida pero, claro, es inevitable. Así que de nuevo a llorar.

He recogido a Susana en su oficina para ir a Karama. Nos hemos tenido que dar la vuelta a recoger el móvil de Sergio. Pero, gracias a eso, he podido ver las estupendas vistas que tienen desde la planta 26. Entre otras, se ven las dependencias del jeque. Vaya casita que tiene. Yo me conformaría con una de las cuadras para caballos, increíble. Tiene dos picaderos inmensos.

En Karama, hemos ido a hacerme el mendi en la mano, una sorpresita de vuelta. La verdad es que me lo han dejado bastante bien. Hemos estado ahí un rato, en una peluquería típica india. Venían tambien Emily y Silvy, que se ha animado también al mendi. Chicas, mantendremos el contacto y espero veros pronto.

De nuevo, tocaba despedirse. Esta vez, de los habitantes de la casa. Chicos, os voy a echar muchísimo de menos. Tomaros un lemon mint a mi salud de vez en cuando ;-)

Un paso fugaz por casa para ducharme, terminar de recoger todo, cambiarme y al aeropuerto. Ahí habiamos quedado con Saleh, que venía con nosotras. Me ha regalado un atril de madera precioso, me ha encantado. Menudo detallazo.

Antes de salir, llamada a Fer para felicitarle. Mone, que tengo muchas ganas de verte. Ánimo con el master, que ya queda menos.

Al final, no me he podido despedir de mis recepcionistas favoritos: Srini, Lamille y Renante. Les he dejado una nota en recepción, casi mejor. Ya se me saltaban las lágrimas con el que estaba, que sólo lleva un par de semanas. Me han tratado demasiado bien, les echaré mucho de menos.

Con la suma de las dos vacaciones, Eid y Navidad, el aeropuerto estaba llenísimo así que sólo dejaban entrar a los pasajeros. La despedida de Saleh y Susana prefiero ni contarla, demasiado duro. Aún lloraba en el mostrador de facturación, cuando he visto el mensaje de Susana, que me había dejado un regalo en la maleta, para tener siempre presente Dubai. Millones de gracias.

Por normativa del aeropuerto, no se pueden llevar mas de 32 kg en cada maleta. Como una de las mías pesaba 43, he tenido que salir al Duty Free a comprarme una. Allí me he encontrado con Tacho, esperando su vuelo también.

Total, que he tenido que quitar cosas de una y ponerlas en la nueva, un desastre. Y, por supuesto, he tenido que pagar exceso de equipaje. Además, el personal de los mostradores no es empleado de la compañía aérea, es personal del aeropuerto de Dubai.

Ya he cambiado los dirhams que me quedaban. Me ha hecho gracia volver a ver euros de nuevo, es raro. Sobre todo los billetes de 5 y 10, jajaja.

Impresionante la cantidad de gente que había en el aeropuerto, sobre todo en la zona del Duty Free, que es inmensa. Era interesante ver la variedad de nacionalidades, al más puro estilo Dubai. A pesar de la masificación, está todo muy bien organizado. En la puerta, te espera un equivalente a botones. Te saca las maletas del coche y te acopaña con el carrito hasta el mostrador de la linea aérea, increíble. A ver cómo lo hago en Madrid, jajaja.

En lugar de tanto paseo por la enorme terminal, he preferido irme a la sala de espera, aprovechando que vuelo en Business. Así cenaba un poco de pescado y estaba lista para planchar la oreja en el avión.

Mucho me temo que voy a perder la conexión, porque ya hemos salido con algo de retraso.

Esta vez he tenido mucha suerte con mi compañero de viaje, Richard. Es un canadiense que acaba de terminar su etapa en Muscat (Omán) y vuelve a casa después de 3 años y medio. Simpatiquísimo, hemos estado charlando un rato antes de despegar, contando cada uno su experiencia en el Medio Oriente. Muy gracioso, al despegar, me decía: "No llores al decir adiós a Dubai", jajaja.

No he hecho caso ni de la cena, directa a dormir.

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