Si ayer era la protagonista de la
merienda, hoy le ha tocado sufrir con las vacunas, pobrecita. Y es que la
llevamos a la pediatra para su revisión de los 12 meses. Todo va bien, que no
es poco. Ha llorado un ratillo con los dos pinchazos pero luego se le ha pasado
e incluso le ha dado un beso a la pediatra; parece que, de momento, no es
rencorosa.
Después hemos pasado rápido por la
oficina de Empower, que es la empresa que nos proporciona el aire
acondicionado, para pagar la última factura. Y a casa que entre una cosa y otra
casi es su hora de comer.
La hemos dejado durmiendo la siesta y nos
hemos ido a comer a Le Petit Maison, un restaurante francés al que estaba
deseando ir con Osama pero, siempre que intento reservar para cenar, no hay
sitio. La verdad, me ha decepcionado un montón. Los entrantes estaban muy ricos
pero yo he pedido pollo y estaba asqueroso, chicloso perdido.
Pasamos por casa a recoger a Miriam y
seguimos a Satwa para comprar unas telas y copiar un par de cosas en el sastre.
Llegamos a casa casi a lo justo para bañarla,
darle una sopita de maicena con huevo, que le ha encantado, su biberón detrás y
a la cuna. Es un gusto porque la tía prueba cualquier cosa y se lo come todo,
qué alegría.
Una vez acostada, nos hemos ido a cenar
a un restaurante mexicano cerca de casa; Loca. Es la primera vez que vamos a cenar; sí que hemos ido otras veces a tomar algo mientras veíamos uno de los partidos del mundial. Pedimos poco y para picar, que luego nos pasamos y no podemos dormir, jeje.
Hemos caído en la cama como bebés,
reventados. Y yo mañana vuelvo a la oficina, qué pereza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario