Mañana perdida

Hemos tenido una reunión con Kellogg’s de 3 horas y media. Alguna parte ha sido interesante pero, en resumen, una pérdida de tiempo que ninguna de las que hemos ido nos podemos permitir. Sobre todo porque  no vamos a poder participar en las futuras sesiones de tormenta de ideas con la agencia creativa. Es una pena porque en España, para algún cliente, solíamos participar y el resultado es siempre mucho mejor que si vamos cada uno por nuestro lado.

En fin, de vuelta  a la oficina me ha tocado comer delante de la pantalla. Hoy sí me he traído el arroz que hice el otro día pero, claro, no estaba demasiado rico.

Por fin he conseguido terminar las diapositivas de Barbie para Grecia. Es que esta semana está siendo un poco dura, ya se notará por la negatividad de mis comentarios. Será una de esas semanas en las que se ve todo un poco más gris de lo normal. Ya queda menos.

Hoy sí he bajado al patio con Miriam, que no ha parado de corretear en toda la tarde. Se lo he pasado en grande con un gato. Lo intentaba tocar a toda costa y, cuando el gato se iba, lo perseguía.

Nos hemos subido para hablar con los abuelos, que hoy estaba menos tonta. Aunque, antes de meterla en el baño le he notado que estaba calentita; tenía unas décimas. Se ha zumbado el biberón en cero coma y a la cuna.

Osama ha llegado con una caja de cerveza para tenerlas en casa. Y es que en Dubai no es tan fácil lo de comprar alcohol. No está disponible en ningún supermercado sino que hay tiendas específicas y se necesita una licencia para poder comprar ahí. Existe un duopolio, sólo dos empresas ofrecen el servicio.

Y, después de preparar dos tantas de purés para la enana, hemos cenado algo mientras Osama me contaba su día en Muscat y a dormir. Que mañana voy más tarde a la oficina, ¡bien!