miércoles, 19 de agosto de 2009

Hablando con la loca de Adrienne

Como era de esperar, me ha costado la vida levantarme. De verdad, qué dormilona soy, ¿no?

He llegado un poco tarde a la oficina, pero he tenido suerte con el aparcamiento. Uno de los aparcacoches me ha visto buscando sitio y me ha avisado de que él dejaba libre uno. De agradecer.

En la charla matutina con m imadre y mi hermano, Tomás nos ha estado poniendo al día de su cualidades culinarias. Estamos los dos de lo más cocinitas últimamente.

He comido con Carlos y resulta que le encanta la ensalada alemana. Ya me lo podía haber dicho antes y le traía un poco. Como me ha sobrado mucho, que no sé calcular bien, se la traeré mañana.

Por la tarde hemos tenido una sesión online sobre Nielsen, que ya está disponible en la región. Ya era hora, dos años después de haber llegado. Claro, sólo Market Intelligence. Poquito a poco se llega lejos.

He terminado la propuesta de L'Oreal, la dejaré enviada mañana. Esperemos que salga.

Ángel, de Euro, ha venido a contarme novedades, de las cuales me alegro con toda mi alma. Ya lo iré comentando a medida que se vaya haciendo púlico. Pero no, ni se casa ni se va de la empresa.

Al salir de la oficina, me he ido directa a casa. He estado charlando con mis padres un rato, luego he descargado las fotos de este verano, por fin. Luego me he cruzado unos mensajes con Emilie, que llega este fin de semana, ¡qué ganas de verla!

Y poco más, porque hoy a Osama le ha tocado trabajar hasta tarde, así que no le veré. Me he metido en la camita a leer un nuevo libro que me he comprado, que por fin me terminé El Pianista. A ver cuánto tardo en leerme este.

En plena lectura, me ha llamado Adrienne, por fin consigo hablar con ella después de varios intentos. Sigue tan buena y loca como siempre. Hemos charlado poco porque se iba "de cachondeo por ahí", como debe ser.


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