Empezamos una nueva semana y me da a mí
que no va a ser muy positiva, en lo que a cuestión laboral se refiere. Ya he
empezado peleándome con nuestro director financiero que, al mismo tiempo, es de
recursos humanos; lo nunca visto. Porque, digo yo, ¿cómo puede la misma persona
responsabilizarse del desarrollo y los beneficios de sus empleados al mismo
tiempo que cuadra los presupuestos? Pero en este circo ya nada me sorprende.
El
motivo de mis quejas viene porque resulta que el seguro no me cubre todo el
embarazo, tiene un límite que ni siquiera cubre el parto. Seguro que en estos años
os he contado que, en Dubai, al no haber impuestos, no tenemos sanidad pública.
Las empresas, por ley, están obligadas a pagar a todos sus empleados un seguro
privado, lógico. En estos casi 5 años que llevo aquí, nunca había tenido ningún
problema; trabajaba para una empresa seria. Pero ahora es otro caso, hacen lo
imposible por ahorrarse un dírham. A ver en qué termina la cosa porque yo,
desde luego, no pienso ceder. No estoy pidiendo una operación de cirugía estética,
sino un parto natural.
Por la mañana he tenido que salir una
hora para llevar a Miriam a la guardería. Esa es otra, en vez de empezar
directamente, como se hacía siempre, ahora tienen el primer día de orientación,
para que las profesoras conozcan al niño/a antes de empezar. Si tienes 4 meses
por delante para conocerla, ¿a qué viene esto? Así que allí hemos estado 45
minutos haciendo el paripé. Al salir, casi me da un síncope del calor que
hacia: 46 grados. Y, con el coche a pleno sol, imaginaros; un horno. Menos mal
que son sólo 5 minutos hasta casa.
De vuelta a la oficina, me he pillado un sándwich
para comer delante del ordenador y adelantar cosas, que quiero salir a mi hora.
Por la tarde hemos bajado al pasillo
porque, como sigue la pobre con mocos, paso de llevarla a la piscina. Aún hace
demasiado calor para ir a la playa, incluso por las tardes. Esperemos que en un par de semanas esté mejor
la cosa. De todas formas, ella se lo ha pasado pipa. Una de las chicas estaba
haciendo pompas de jabón y tenía a un porrón de niños alrededor de ella, así
que se ha unido al grupo. Iba corriendo sin parar, muerta de risa, para
explotar las pompas. Luego ha pasado una vecina con su perro preferido, una labradora
que se llama Gaby. Claro, ha salido corriendo como una loca detrás de ella,
emocionada.
Una vez en casa, hemos charlado con los
abuelos que hoy están en casa de mi tía Blanca. También estaban mis sobrinos y,
al veros por Skype, se ha quedado petrificada en frente de la pantalla, muy
graciosa. Me decía sin parar: “Mira, mira”, no daba crédito. Pobre, teniendo
una relación virtual con sus primos.
Mientras preparaba las cenas, he estado
hablando con mi amiga Ale, que ya ha vuelto de su viaje de novios en Japón. A
ver si esta semana quedamos con ellos y nos cuentan de la boda en Mallorca, a
la que desgraciadamente no pudimos ir, y el viaje.
Después de acostarla, hemos cenado
mientras veíamos los dos últimos sets de la semifinal entre David Ferrer y
Djokovic. Menuda rabia me ha dado verlo perder; en fin, otra vez será.
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