martes, 11 de septiembre de 2012

Llorera en frente de la tele


Pues el martes ha estado bastante liadillo también.

A primera hora hemos tenido un curso con Google para preparar uno de los exámenes que ofrecen. En el primer descanso, me he vuelto a la oficina porque era demasiado básico. El 85% de los que atendían el curso no habían hecho una campaña de buscadores en su vida. Y, con la de cosas que tengo que hacer en la oficina, no estoy como para perder el tiempo.

Al llegar a la oficina, me he encontrado un correo de mi madre contándome la aventura de mi hermano ayer en la peluquería. Bien ha merecido una llamada porque hacía tiempo que no me reía tanto. Entre lo gracioso que es contando las cosas y el hecho de imaginármelo en la situación, he terminado llorando a moco tendido de la risa. Mis compañeros me miraban asustados, pensando que me iba a dar algo.

Mañana presentamos estrategia de Avent para 2013 así que he estado bastante liada con eso.

Hoy toca comer con Hanan, una compañera que esta flipando en colores también con la situación de la oficina. Ella y Mahmoud son los que más están sufriendo todos los cambios y me tienen como su paño de lágrimas, pobres. Yo les ayudo encantada porque son dos profesionales como la copa de un pino y me da mucha rabia que no los reconozcan como se merecen.

Por la tarde, Leah ha estado ayudando a Wissam con dos de las campañas de General Motors. A ver si sobreviven al caos que tienen encima.

A las 4:30 he ido a Philips para revisar el plan de la siguiente campaña que tenemos. Se supone que empezamos el 1 de octubre pero me da que se va a retrasar una semana porque la web no está lista aún. También hemos estado hablando un poco con Mohammed, el responsable de online, sobre la estrategia de digital para el año que viene. A ver si conseguimos que, por primera vez, nos den alguna información de antemano.

Hoy tocaba llegar a casa tarde. Pero he ido directamente al pasillo de abajo, que estaba Miriam con Lakshmi. Allegra, esta vecina española, había intentado celebrar el cumpleaños de Aleah allí pero, por lo visto, no le han dejado. En parte, tiene sentido porque, si todo el mundo hiciera las fiestas allí, terminaría el pasillo hecho una mierda la mitad de los días. No sé qué  habrán hecho al final. Miriam estaba allí tan contenta con dos globos, que intentaba morder con los 5 dientes y medio que tiene. Le llega a explotar uno y menudo susto se habría pegado.

De vuelta a casa, hemos hablado con mi prima Blanca, que está como loca con las mantas que le he mandado con mis padres. Miriam ha visto a sus primos, Carlos, Fernanda y Blanquita. Luego tocaba con los abuelos y al baño directa, que con el cansancio se pone hiperactiva y no hay quién la aguante.

Ha cenado como una bestia, porque las croquetas no las perdona, y a la cama. A Osama, el pobre, parece que le espera una noche larga en la oficina porque me ha dicho que ni le espere despierta. A ver si es verdad que los terminan pronto porque vaya ritmo que lleva el pobre. 

Yo he preparado unas lentejas para mañana y cenado unos cereales mientras veía la final del Junior Masterchef. De los 4 que se clasificaron ayer, sólo dos pasan a la gran final. Primero ha pasado Jack, el único chico que quedaba. Y luego, Siena, Sofía e Isabella han cocinado unos mejillones rellenos de espinacas y queso feta con una salsa vinagreta de garbanzos para ganarse la segunda plaza. La otra finalista ha sido Isabella, que es hermana melliza de Sofía. Me teníais que ver llorando en frente de la tele viendo cómo se despedían las hermanas, patético. Y es que, cuando le han preguntado a Sofía cuál ha sido su mejor momento de todo el concurso, ha contestado: “Estar aquí viendo a mi guapa hermana pasar a la gran final” Y la otra pobre pidiéndole perdón por haber pasado ella. Eso ha sido ya la puntilla, me caían lágrimas como melones; para verme. Deben ser los desajustes hormonales. En mi defensa diré que los miembros del jurado también estaban llorando.

Total que con mis lágrimas me he ido a dormir del tirón. Mañana os cuento quién gana y si me vuelve a entrar la llorera.

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