Ya es domingo otra vez. A ver qué nos ha
dejado el día de hoy.
Pues en la oficina seguimos con lo mismo
de siempre. Intentando lanzar la nueva campaña de Philips, revisando una
propuesta para Total, otra para un servicio de catering y preparando mi
traspaso para que quede todo bien clarito.
He ido a comer con Krin al libanés de debajo
de la oficina pero hoy no nos ha gustado nada la comida. El camarero, que está
loco por mi compañera, nos ha traído un trozo de tarta a cada una para
compensar. Al menos, nos cuida, jeje.
No sé qué pasa últimamente pero todos los
soportes quieren quedar con nosotros, debe ser la presión del último trimestre.
Yo, normalmente, no tengo ningún problema pero ahora estoy a mil por hora con
todas las cosas y, además, no tengo nada que contarles.
Me he ido directa a casa y da gusto
entrar por la puerta porque Miriam viene corriendo a darme un abrazo. Nos
bajamos al patio, donde ha estado corriendo y jugando como una loca. Ha estado
un buen rato con Alleah, hija de Allegra, que tiene 6 años. Era para verlas a
las dos de la manita, monísimas.
Con churretes hasta en la cara, nos
subimos a casa a charlar con los abuelos. Bueno, sólo con el abuelo esta vez.
Y, con el baño de Miriam, empieza la
carrera por terminar el día. Yo no sé quién tiene más prisa por irse a la cama,
si la enana o yo.
Por fin consigo hablar con mi prima Lola.
Eso sí, no ha podido ser por Skype porque no hemos conseguido que funcione.
Menos mal que el teléfono aquí es barato. Antes de dormir he intentado hablar
con mi prima Marta pero sigo sin poder pillarla. Sí que lo he conseguido con
Tere, con quien me he hartado de reír,
como de costumbre.
Después de las charlitas, toca dormir que
ya voy tarde, jeje.
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