Bueno, ya estamos a miércoles, no queda
nada para el fin de semana. En la oficina, más de lo mismo; seguimos intentando
que Michael aterrice en el mundo real pero parece que no hay manera. Además,
hoy ha llegado de muy mal humor. Como si me importara a estas alturas.
Por la tarde ha habido momento de crisis
porque, después de una breve charla de Leah con Michael, le ha reafirmado que
ella no se ocupa de nada de trafficking.
Genial. Nilesh se va mañana y no tiene a
quién hacerle el traspaso de funciones. Y lo peor es que Rosheila, la única trafficker que tenemos ahora, se da dos
semanas más y, si no mejora la cosa, también se larga. En fin, yo ya he optado por no estresarme. Con
suerte, me quedan 10 días, así que a dejarlo todo bien escrito y punto.
A mi hora, me largo a casa a por Miriam y
Lakshmi. Hoy hemos ido a recoger unas camisas para mi padre, que las dejó en el
sastre antes de irse. Y, de vuelta a casa, pasamos por el supermercado a
comprar unas cosas que hacen falta. Me parto porque Miriam se cree que todos
los ascensores llevan a casa. Como el súper tiene dos plantas, hay ascensor
para poder subir con los carros. Pues, cuando hemos entrado, no paraba de decir
“casa”. Y, al abrirse, se ha mosqueado porque no llegábamos a donde ella
pensaba. Ni que fuera un teletransportador, jajajaa.
Llegamos a casa a lo justo para el baño, la cena y a la cuna.
Osama ha salido pronto así que Miriam estaba como loca. Ahora, cuando reza
antes de dormir, va terminando las frases conmigo. Está hecha un loro parlanchín.
Hoy
no ha hablado con los abuelos porque no estaban en casa; han llamado cuando se
acababa de acostar. Mañana se van a Tarragona a la reunión familiar de todos
los años, lo que llamamos Ravinada. Otra que me pierdo.
Y después de cenar nosotros y ponernos un
rato al día, toca ir a dormir que ya no doy para más.
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