Hoy empezamos el día con consulta médica.
Toca revisión después de un mes. Todo en orden pero, para prevenir un parto
prematuro, ha decidido ponerme unas inyecciones para estimular el desarrollo de
los pulmones de la pequeñaja, que ya pesa 1,5 kg. Por lo visto es algo normal, así
que no hay razón para asustarse.
A lo tonto, he llegado a la oficina a las
11:30 de la mañana y estaba cayendo una de narices. De temperatura está un pelín
mejor la cosa, 39 graditos, pero ahora es el mes en el que sube la humedad a un
75%-85% así que casi ni se puede respirar. Nada más salir, se humedecen las
manos y nos podemos a sudar como locos. Pero bueno, a finales de mes debe
empezar a mejorar la cosa.
En el trabajo andamos con bastante lío la
verdad. Mañana se presenta el concurso de Johnson & Johnson y están los del
equipo como locos ensayando y terminando los últimos flecos de la presentación.
A ver si hay suerte.
Por mucho jaleo que tenga, ahora salgo a
mi hora y no perdono, lo siento. El pasado Ramadan, que normalmente tenemos
horario reducido, he trabajado como una negra. Además, ya avise que, una vez
estuviera Miriam de vuelta, no iba a perdonar.
Da gusto llegar a casa y que salga
corriendo a buscarme, me la como. Esta tarde nos la hemos bajado a la piscina,
que le encanta. La tía va de sobrada y se quiere quitar los manguitos para ir
sola, está loca de remate. Menos mal que en la piscina de los enanos hace pie y
va andando de un lado a otro tan contenta. Este sábado empezamos clases de natación,
a ver qué tal. No es que vaya a aprender a nadar, lógicamente, pero sí les enseñan
a manejarse un poco mejor en el agua y, importantísimo, llegar al
bordillo en caso de que se caigan.
Allí hemos visto a un par de niños con
los que solía jugar en el patio, que también han crecido lo suyo. Y es que, en
estas edades, un par de meses se nota muchísimo. Pero a ella le siguen gustando
más los mayores, le dan más guerra.
De vuelta en casa, hemos charlado un rato
con mi amiga Ana, que ya tocaba ponernos al día. Y, luego, con mi hermano, el
padrino. Este verano ha jugado mucho con él y, claro, se pone como loca cuando
lo ve. De hecho, en cuanto suena el tono de llamada en Skype, sea quien sea,
ella cree que es él y sale corriendo, llamándolo en su idioma: "Mah, Mah" (se llama Tomás)
En cuanto ha llegado su padre, se lo
lleva directamente al baño, dando ya por terminado el día. Y es que no me extraña
que termine agotada, si no para un segundo.
Mientras cenaba, hemos hablado con la
abuela y, en cuanto ha terminado, va directa al sobre. Da gusto porque cae
redonda y, desde la cuna, nos dice adiós encantada de la vida.
Nosotros hemos cenado tranquilitos viendo
algo en la tele y a dormir prontito, si es que me deja la acidez, que está desatada
hoy.
Buenas noches.
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