Llegó el jueves. Y este es uno de los más
deseados del año. En la oficina estamos todos más relajados pero, al mismo
tiempo, queriendo dejar todo terminado antes de irnos 5 días de vacaciones.
A media mañana nos hemos reunido todos
cerca de la cocina para hacernos una foto de equipo, que hay que incluirla en
un concurso que se está preparando a nivel global.
El resto del día he estado terminando un
plan para Kellogg’s Special K, que presentamos esta tarde.
Antes de ir a la reunión Mahmoud ha
encontrado un billete muy barato para ir a su casa, en Jordania. El pobre no se
atrevía a pedir las vacaciones porque, según la política de la empresa, hay que
avisar con dos meses de antelación. Cuando le he dicho que no pasa nada, que se
las aprobaría, casi se pone a llorar de la emoción. Incluso me ha mandado un
correo para agradecérmelo, es un trozo de pan. Da gusto trabajar con gente así,
de verdad.
De camino a las oficinas de Kellogg’s,
Roxie se ha venido conmigo en el coche. Me encanta charlar con ella porque es
la que más tiempo lleva en la empresa y es una profesional como la copa de un
pino. Además, tiene un niño de dos años y, como somos las únicas madres de la
oficina, pues intercambiamos opiniones sobre cómo llevar las dos cosas.
En la reunión todo bien. Tanya, que es la
responsable de las diferentes marcas de Kellogg’s, es un encanto. El tipo de
cliente que todo el mundo quiere tener, pues es amable, considerada pero sin
dejar de tener la autoridad. Es responsable, trabajadora y está siempre
pendiente de todo. Y, antes de irnos, nos ha dado una caja de cereales a cada
uno. Son especiales porque no están a la venta aquí. Creo que los traen de
Francia, al menos la caja está entera en francés.
Nada más salir de la oficina, se notaba
el ambiente festivo: tráfico en ambos lados de la autopista, la gente va como
contenta, relajada. Yo me he quedado un ratito con Roxie, que estaba esperando
a su marido.
Al llegar a casa, hemos charlado un rato
con los abuelos antes de meterla en el baño, que, para variar, llega muerta al
final del día. No es para menos con todo lo que se mueve, si es que no para un
segundo.
Una vez acostada la enana, nosotros nos hemos
pedido una pizza y visto una peli para empezar el finde totalmente
desconectados.
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