sábado, 19 de abril de 2008

Carrera por el aeropuerto de París

El vuelo a París bien, no he podido dormir demasiado porque he tenido la suerte de volar con un bebé llorón en el asiento de al lado.

Una vez aterrizados en París, había que cambiar de terminal para recoger la tarjeta de embarque del vuelo a Madrid. Íbamos también con el tiempo bastante justo así que a correr por Charles de Gaulle. Javier iba directo a Málaga pero nos ha ayudado a encontrar el mostrador de facturación. De nuevo, otro susto, estamos en lista de espera. Ahí ya pensaba que nunca llegaría a la boda, que me iba a quedar todo el fin de semana en Madrid. Rezaba lo inrezable para no quedarme en París. Gracias a Dios, en la misma puerta de embarque me confirman el asiento, en business al final.

He dormido otro ratín hasta llegar a Madrid. En Barajas me han venido a recoger Marta y Marcos con las niñas, que están para comérselas. Corriendo a la estación de Atocha para poder coger el AVE de las 14:00 y, así, tener posibilidad aún de llegar.

Mientras tanto, mi hermano me iba diciendo que mis padres sospechaban algo de mi llegada porque la dentista llamó para confirmar la cita del lunes. Creo que gracias a una de mis tías, se ha solucionado. ¡Qué estrés!

En el AVE venía Bruno García León, un amigo de mi hermano. Tenía su coche en Sevilla así que, un encanto, me ha dejado en casa. Así, mi hermano no tenía que ir hasta Sevilla a recogerme. Y, tal y como estaba el patio, a ver qué se inventaba para desaparecer.

Al final, ha sido toda una sorpresa. He entrado por la puerta y mi madre no salía de su asombro. Mi padre, que estaba en la ducha, se ha quedado de piedra también. Entonces he entendido que han merecido la pena las 30 horas de viaje: Dubai-Doha-París-Madrid-Sevilla-Jerez. Casi nada.

La Misa era a las 19 así que ducha, planchar el traje, vestirme y rápido a la Iglesia. La boda ha estado estupendamente. Mi prima Miriam iba guapísima, los enanos estaban para comérselos, todo salió muy bien y nos lo pasamos divinamente. Lo bueno de estos acontecimientos es que estás con mucha gente a la vez, así aproveché para ver a mis primos. Como Tere y Fede también venían a la boda, nos pusimos al día rápido.

Terminé a las 4.30 de la mañana reventada y casi sin poder ni hablar. Pero, de nuevo, ha merecido totalmente la pena.

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