viernes, 18 de abril de 2008

Tirada en Doha (Qatar)

Llegó el gran día de irse a España a la boda de mi prima Miriam. Como estoy escribiendo el blog a posteriori, lo puedo hacer público porque, en un principio, era una sorpresa para mis padres.

El día ya comenzaba un poco mal porque casi me quedo dormida. Menos mal que Osama me llamó antes de venir a recogerme y me despertó.

Nada más llegar al aeropuerto, fui a hacerme la tarjeta del E-gate, que luego pude comprobar en directo lo práctica que es. Gracias a eso, te ahorras pasar el control de pasaporte, que siempre suele haber unas colas tremendas.

En el mostrador de facturación ya me llevé el segundo susto. En el ordenador, no le salía mi billete, le salía el anterior del 9 de marzo pero no el cambio que había realizado. Por suerte, se quedó en eso, en un susto.

Ya en el avión, me ha llamado Yvone, una chica de Barcelona que está pensando en venirse a Dubai para trabajar como azafata en Emirates. Me hace gracia que este blog lo esté leyendo gente que no me conoce de nada.

Hemos salido con un poco de retraso y, al llegar a Doha, mis temores se hacían realidad: perdí la conexión y el avión con destino a Madrid salía con 3 pasajeros menos. Nos han metido en un vuelo a París que salía 12 horas después. Claro, eso implica que también pierdo el de Madrid a Jerez, una auténtica faena. Sobre todo porque, como compré el billete por separado, nadie se hace responsable, increíble pero cierto. Estoy en una laguna legal y ni Qatar Airways ni Spanair me solucionan el problema, alucinante.

Nos han llevado a un hotel hasta la hora del embarque para que pudiéramos descansar un rato. Yo he estado a punto de tirar la toalla y volverme a Dubai. Después de charlas con mi hermano, Osama y Laura, me han convencido de que aún puedo conseguirlo. ¡Muchas gracias!

Después de una larga ducha y un ratito de descanso, nos hemos ido al aeropuerto a coger el vuelo a París. Iba con Javier, otro español, y un rumano que no sé cómo se llamaba. Al menos, nos hemos echado unas risas. Eso sí, no veíamos la hora de meternos en el avión a dormir.

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