sábado, 20 de febrero de 2010

A punto de anular el contrato

Vaya noche más mala he pasado. Soñaba que mi amigo Fede se había muerto, un horror. Vamos, que me he despertado llorando como una magdalena. Menos mal que dicen que, cuando sueñas con la muerte de alguien, le alargas la vida. Pero menudo mal rato.


Ha estado el día bastante movidito. Hasta el punto de que casi nos quedamos sin el apartamento. Este Farshad es un mentiroso compulsivo. Suerte que hemos tenido a las hermanas del dueño delante, para solucionarnos los problemas.


Por supuesto, a las 11:00 no teníamos señales del señorito. Nos manda un mensaje para quedar sobre las 3 de la tarde, otra gracia.


Mientras, hemos ido a Ibn Battuta para comprar unos pantalones para Osama, que al pobre le queda todo grande.


Hemos comido allí mismo y, a las 3 en punto, estábamos en la recepción del edificio. Por supuesto, no había señales de Farshad. Subimos al apartamento para tomar medidas y, al menos, podeir ir a Ikea. Pero no había nadie. Y eso que, supuestamente, estaban quitando los muebles.


Mientras esperábamos a que vinieran, el de seguridad nos enseñaba nuestra plaza de aparcamiento, que ahora parece que sólo hay una. Ahí es cuando hemos entrado en cólera.


A las 4, por fin, han llegado la madre y hermana del dueño, encantadoras las dos. Mientras llegaba Farshad, le explicábamos la situación a ellas. También estaban molestas porque les habían mentido.


Total, que les hemos dicho que, sino hay dos plazas de aparcamiento, tal y como nos prometieron, rompemos el contrato ahora mismo. Al final, nos van a solucionar el problema, alquilando una plaza más. Por supuesto, nosotros no vamos a pagar nada, que lo haga Farshad con su comisión.


Después de las discusiones y, gracias a que tenemos todo el apoyo de las dueñas, hemos tomado medidas para poder ir a Ikea. Mientras, los de la mudanza, vaciaban el apartamento.


Como era de esperar, en Ikea hemos estado unas dos horas y media. Pero ya tenemos lo más básico: el segundo sofá del salón, las camas para los dos cuartos y la mesa de la tele. Nos falta el comedor, que en Ikea no había nada que nos convenciera. Más adelante, tendremos que volver mil veces a por más cosas. El domingo que viene, nos los traen e instalan. Aquí son así de serviciales.

De vuelta, hemos quedado con Nico, la hermana del dueño, para que nos diera las llaves. Encantadora, nos ha vuelto a decir que no nos preocupemos, que se solucionará.

Hemos cenado con Emilie en Wagamama, ya en nuestro barrio. Así le enseñábamos el piso por fin. Nosotros también lo hemos estado explorando mejor, viendo las cosas con detalle y hemos terminado encantados los tres.

Antes de irnos, hemos estado charlando con el portero, que es un encanto. Si es que se nota que en Emaar saben hacer las cosas. Nos reciben como si estuviéramos en un hotel de 5 estrellas, una pasada. De momento, no tenemos queja. Ahora sólo queda solucionar lo del segundo aparcamiento.

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