Ya estamos en la última semana de febrero, muy fuerte. A ver si llega ya el 30 de abril, que estoy de lo más desmotivada, qué pocas ganas de nada.
La buena noticia es que parece que la campaña de Hyundai está aprobada por fin. Aún no sabemos si online también pero pinta que sí. Así que nos esperará otra temporatida entretenida.
A mediodía he ido a las oficinas de Emaar, la empresa constructora de nuestro edificio, para ver lo del alquiler de la plaza de garaje. Mientras esperábamos nuestro turno, el muy caradura me dice que tendremos que pagarla nosotros. Después de otra discusión, me he vuelto a la oficina hecha una furia. Se pone muy gallito cuando está solo, pero delante de las hermanas del dueño todo es posible.
He llegado justo a la hora de comer y me he bajado con Carlos a La Moda. Entre plato y plato, hablaba con el dueño, con el director de la agencia inmobiliaria, con Osama, etc. Planteando distintas soluciones y, sino, nos devolvían el dinero. Al mismo tiempo, iba buscando pisos en el mismo edificio y he cerrado dos visitas para las 16:30 y las 18:00.
Ha venido Emilie, muy maja, conmigo a verlos. Nos han gustado los dos, quizá más el primero, porque es más espacioso aunque tenga peores vistas.
Me he ido directa a Misa y, por el camino, me ha llamado el dueño de la agencia para decirme que no hay solución posible, que o nos lo quedamos con una plaza o nos devuelve el dinero pero sin la comisión de agencia, es decir 1,200 euros menos. Para colmo, me dice: "En dos años y medio que llevas en Dubai, ¿no sabes que los apartamentos de dos habitaciones tienen sólo una plaza de aparcamiento?" Ahí es cuando he saltado como un tigre, a mí nadie me llama estúpida. Eso sí, cuando he colgado, me ha salido toda la rabia junta y me he puesto a llorar como una niña de cinco años. No por la plaza, que ojalá todos los problemas fueran esos, sino por la impotencia de no poder hacer nada al respecto. Parte de la culpa es nuestra por no haber luchado el incluir ese apartado en el contrato, aunque se lo dijimos. Pero bueno, de todo se aprende.
Luego, ha venido Osama y nos hemos dado un paseo hasta la terraza del Address a tomarnos un zumito y un hommos. Entre eso y la charla con mi tía Mercedes, me he desahogado un ratillo.
De vuelta a casa, he hablado con mis padres, aunque no he durado mucho, estaba agotada ya. Así que he caído en la cama como un bebé. Mañana se me habrán ido las esporas.
domingo, 21 de febrero de 2010
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