Parece que lo de la infusión ha hecho
efecto porque me he levantado mucho mejor. Esperemos que dure.
De nuevo, nos quedamos las dos mano a
mano porque Osama se encierra en la oficina a estudiar y ni siquiera va a venir
a comer.
Por la mañana nos hemos quedado en casa.
Miriam está obsesionada con la estantería de su cuarto; le encanta gatear hasta
ella, ponerse de pie agarrada a las baldas y empezar a tirar todo lo que hay en
ellas (sólo juguetes de peluche).
Después de comer, nos hemos ido las dos a
dormir la siesta, cada una en su cuarto. Pero, una hora después, el vecino de
arriba nos ha despertado; debía estar jugando al juego de las sillas o algo
así, cuánto ruido. He intentado que se volviera a dormir pero no ha habido
suerte.
En teoría, íbamos a ir a la playa con
Emilie, pero viendo lo cansada que está la enana, nos hemos quedado por abajo
dando un paseo. Allí hemos visto a Joe con su mujer y su hijo, que se acaban de
mudar a la torre de al lado nuestra. A las 18:00, por fin, se ha quedado frita,
hasta las 18:30 que la he despertado, con toda la pena del mundo. Pero es que
sino, no va a dormir luego.
Como no podía ser de otra forma, también
nos quedamos sin ir a Omán; el hotel que queríamos está lleno. Así que nos toca
quedarnos en Dubai 5 días seguidos. Gracias de nuevo, Air Berlín, por
fastidiarnos el puente.
Yo pensaba que había esquivado el
resfriado pero va a ser que no porque no he parado de estornudar y moquear en
toda la noche. Después de cenar, me tomo otro té de esos de naranja y me chuto
un panadol antes de meterme en el sobre. A ver qué tal mañana.
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