domingo, 16 de octubre de 2011

Vecinos poco cívicos


Me ha despertado Miriam llorando a las 5:30 de la mañana. No sé qué le pasaría. Siempre culpamos a los dientes pero, la verdad, no tiene ni una mínima puntita fuera, así que igual ha sido una pesadilla. Lo que sé es que yo no he vuelto a pegar ojo.

En la oficina parece que es el día de aprobar los planes porque hemos recibido tres. Como Nilesh está de vacaciones, me ha tocado traficar un par de ellas, así que ya sé utilizar el DF6.

He ido a comer con Claudine a Sumo, un japonés en versión barata al lado de sus nuevas oficinas. Creo que establecemos los domingos para comer juntas.

De la oficina me he ido a casa a recoger a Miriam y Lakshmi y nos vamos a hacer la compra a Carrefour, que ya toca. Lo peor, como siempre, ha sido llegar a casa. Resulta que en el aparcamiento hay dos carros para poder subir las cosas a los apartamentos. Pues, desde que nos mudamos hace 8 meses, aún no he visto ninguno. Los pobres chicos de seguridad están hasta las narices porque, cada vez que los reclaman, los vecinos se ponen bordes y les tratan de forma irrespetuosa, como suele pasar en este país. Así que me he vuelto a pillar el mismo cabreo de siempre mientras subo las bolsas cargada como una mula. Desde luego, hay gente muy poco cívica por ahí.

Como los ciber-abuelos andan bastante lejos, nos quedamos sin la charla diaria. Pero aprovechamos para hablar con el padrino, tia Blanca y, una vez acostada la mica, con tia Merche.

Hemos cenado una cremita de calabaza muy rica, que por fin me he vuelto a poner con la cocina. Y a dormir prontito, que estoy muerta. 

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