domingo, 19 de abril de 2009

Discutiendo con mi casero

Empezamos una nueva semana y, de momento, parece que está más o menos tranquila.

De madrugada, me ha llamado el pobre Carlos, que a Ale le había sentado algo mal y no sabía a qué hospital llevarla. A medida que ha ido pasando la mañana, ha ido mejorando, menos mal.

He estado terminando unas cosas de Chanel, que nos traen locas a Jihan y a mí. Ahora, que tenemos que poner otra campaña en marcha, a ver cuántas aventuras nos toca pasar.

Por la tarde, la oficina era una auténtica sauna. El aire no funciona y da el sol toda la tarde. Estábamos a 29 grados, casi la misma temperatura que fuera. Además, en los despachos de Joe y Laurent, no hay salida de aire, así que se fríen. Ahora quieren abrir todas las salidas, lo que significa que nos quedaremos como pollos. Aquí no hay término medio.

Al salir de la oficina, he ido a una terraza con Osama, Margarita y Jeremy con Anais, y Maan. La niña está monísima, muy grande y espabilada. Cada día se parece más a su padre, es un clon; rubita con los ojos azules.

Allí he llamado a Mohammed, el dueño de mi piso, sólo para ponerle al día de la situación con el vecino. Pues ha debido malentenderme porque se ha puesto como un energúmeno a decirle que si quería dejar el apartamento, era mi problema pero él no me iba a devolver ni un duro.

Luego he ido a cenar con Osama, aunque yo no tenía ni hambre. De ahí a charlar con mis padres y, después, directa a casa. Primero he pasado a dejarle unas revistas a Emilie, que me las había encargado.

Y Nadal imbatible, gana el quinto título consecutivo en Mónaco. Es un preludio del quinto Roland Garros.

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