domingo, 12 de abril de 2009

Domingo de Resurrección

Hoy soy de las pocas afortunadas que tiene el día libre. La mayoría de las empresas trabajan hoy pero la nuestra celebra el día de la Resurreción.

El que va a terminar con mi salud mental es el idiota de mi vecino. Esta noche la ha vuelto a liar. Le he tocado a la pared y como si nada, para variar. No he querido llamar a nadie porque no tiene ningún efecto; le da exactamente igual lo que le digan así que ¿para qué quemar esfuerzos? Eso sí, he escrito un correo al gestor del edificio para que esté listo para recibirme a las 11:00.

Así ha sido. Me ha acompañado Osama y yo iba directa a decirle que me mudaba. De hecho, anoche hasta estuve buscando pisos por la zona para agilizar, ya que no podía dormir.

Me ha puesto varios ejemplos ocurridos en el edificio y casi me he sentido afortunada: una pandilla de irlandeses se dedicaban a jugar al fútbol a las 3 de la mañana en mitad del pasillo; un sueco decidió rallarle el coche a una chica porque decidió que había aparcado en su sitio, cuando las plazas de aparcamiento no están asignadas. En ambos casos, los individuos están en su país de origen. En el caso del sueco, previo dos meses de cárcel.

Total que el procedimiento a seguir es el siguiente: ir a la policía a denunciar los hechos y, luego, él se encarga de seguir el caso y expulsar al inquilino de su apartamento. El idiota en cuestión está viviendo en el piso que compró para su amigo, con lo cual no hay contrato de por medio. Pero el Sr. Rihani me ha confirmado que eso no es ningún problema.

Así que empezamos la ruta. Primero a desayunar a Paul, que al ser día laboral, no hay tanta gente. Allí, han llamado a Osama para decirle que le entregan la tele en 15 minutos. Hemos ido a su casa a esperar a que vinieran y la dejaran instalada. Es enorme, tiene 42 pulgadas, casi nada.

Después directos a la policía. Menos mal que Osama venía conmigo porque no hablan inglés nada bien, como para entenderme con ellos. Para resumir, no he podido poner denuncia porque no hay informe en el que conste el caso. Pero han sido muy amables conmigo, da gusto ser mujer en este país. Ya están avisados y, a la mínima molestia que tenga, les llamo y en 10 minutos vienen a darle un último aviso. Entonces podré poner la denuncia y, en caso de que vuelva a la carga, automáticamente se le expulsa del edificio. Ya se ve que aquí son muy serios con las leyes, se hacen para cumplirlas. A pesar de que no hago más que leer críticas en un blog de El Mundo. Mejor nos iría en España si las penas se cumplieran como debieran. Aquí, además, estamos todos avisados de lo que está permitido y lo que no, así que cada uno actúa libremente pero sabiendo cuáles pueden ser las consecuencias.

Luego he ido a la clínica para que me vieran la garganta. Efectivamente, vuelvo a tener infección. Me ha recetado más pastillas y hecho un cultivo. A pasar el resto del día lo más encerrada posible.

A casa de Osama a disfrutar de la tele y poco más. Sólo le he acompañado a recoger a Uns y Sophie, que iban todos a cenar a Pierchic de nuevo. Yo iba pero, claro, con este panorama lo que peor me viene es una cena al aire libre.

Todos me han felicitado el día. Es gracioso porque aquí, en el Domingo de Resurrección, se felicitan unos a otros. Incluso Sophie, un encanto, me ha regalado unos cacharritos para poner unas velas muy monos, de plata.

Ya encerrada en casa el resto del día. Quería ir a Misa pero los aires están a toda pastilla en las dos Iglesias, así que, al menos, me he leído las lecturas por mi cuenta.

He estado charlando con mis padres un rato y tempranito a dormir con el lote de pastillas. Espero que esta vez, al no tener fiebre, dure menos la cosa.

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