lunes, 14 de septiembre de 2009

El alegrón del día

Hoy ya ha empezado regular el día. En general, odio la incertidumbre y aún no sabía si tenía que ir al curso de digital o no. Tiene narices, después de haberme currado las diapositivas relacionadas con este mercado. Si con razón me puso mi madre ese mote.

Para animarme la mañana, me ha traído Carlos una magdalena, que no habíamos desayunado ninguno de los dos.

Después de comer me ha tocado otra sorpresita. Con la propuesta del concurso medio terminada, me entero de que ha cambiado alguna cosa pero a mí, para variar, no me han dicho nada. Es como si, por arte de magia, yo habitara en la mente de Joe, alucino. Menos mal que tampoco me ha llevado mucho tiempo.

Antes de salir, me esperaba otra sorpresilla. Joe ya se había ido, que tenía el ojo derecho muy rojo. Pues ha venido Georges a decirme que lo llamara para que le dijera si había terminado un plan. Yo le decía que a ver si no era más fácil que le llamara él, que yo no sabía de lo que estaba hablando. Pero no. Yo, de verdad, pienso, ¿para qué tendrán la cabeza algunos?

Bueno, la alegría del día me la ha dado una amiga de la Universidad. No tenía contacto con ella desde que terminó y me ha hecho mucha ilusión reecontrarme con ella, aunque sea de forma digital, de momento. Como estamos cerquita, ya habrá posibilidad de quedar un fin de semana en persona.

He salido a lo justo para ver a Osama media hora, que se tiene que volver a la oficina. Luego había quedado a tomar algo con Graciela y Cecilia. Ahí hemos estado despotricando un poco de Dubai y sus sin sentidos.

Cuando ya no podíamos más de calor, nos hemos vuelto cada una a su casa. Directa a la ducha, claro, porque menuda forma de sudar. Y, después del ratillo de lectura, a dormir.

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