martes, 29 de septiembre de 2009

Un año más

Hoy no he parado en todo el día, pero de responder a correos y mensajes, da gusto que se acuerden de una. Ya sé que Facebook da también pistas pero, aún así, hace mucha ilusión.

Carlos se ha dedicado a pregonar en la oficina que era mi cumpleaños y me han estado felicitando cada vez que pasaban por mi lado, muy gracioso.

De trabajo, no he hecho casi ni el huevo; un par de cosillas pero, por suerte, ha sido un día tranquilito, con todo encarrilado. Digo yo que hay que disfrutar del día de cumpleaños, ¿no?

He bajado a comer a La Moda con Osama y Carlos. Me he tomado unos spaguetis con aceite y ajito, que se han pasado mil pueblos con este último así que no se me va a acercar nadie esta tarde, jajaja.

Mientras me marcaba un chateo de lo más agradable con Tere, me he llevado el sorpresó de la tarde: una cesta de chocolates que me mandaban mis padres y hermano. Menudo detallazo, me he quedado con los ojos como platos, claro.

Luego, los de la oficina, encabezados por Carlos, me han sacado una tarta con una velita para celebrar. Era de galleta y chocolate, buenísima. Eso sí, un bombazo.

Y a las 18:15 me he largado a casa, a seguir recibiendo felicitaciones y arreglarme para la cena sorpresa que me tenía preparada Osama.

He estado charlando con mis padres, que tenían a mucha gente en casa: mi abuela, mis tios, mi primo y mis sobrinos, que me han cantado todos juntos, a golpe de chuches claro. Excepto la melona de Blanca, que es que tiene la cabeza como un marmolillo.

También he hablado con mi tia Mercedes y mi prima Rosario. Y ya me he tenido que ir corriendo, que Osama me estaba esperando abajo.

Me ha llevado a un restaurante en el Hilton, que se llama Verre y el chef es muy famoso en el Reino Unido, Gordon Ramsay. La comida buenísima y el servicio increíble.

De repente, el camarero me trae una caja con un lazo, muy bonita, para mí. Era de Osama, claro, ¿de quién sino? Los de la mesa de al lado no paraban de reírse al verme abrir cajas y más cajas, hasta 6, en plan muñecas rusas. En la última, un delfín chiquitín que simboliza el regalo real: nadar con los delfines en el hotel Atlantis. Además de ir al brunch del Al Qasr el viernes. No he podido salir mejor parada vamos. Con las ganas que tenía yo de nadar con los delfines. El sábado lo contaré con pelos y señales.
Al final, hemos cuasi-compartido cena con la mesa de al lado. Resulta que han venido de turismo 5 días y le hemos estado dando algunos consejos sobre dónde ir, qué ver, dónde comer, etc.

Volviendo a casa, en el coche, iba hablando con Marta, Marcos y Tere, que Fede estaba pachucho y se había quedado en casita. Aunque con Tere había chateado por la mañana, siempre es mejor oír las voces.

Y, nada más dejarme Osama en casa, a dormir como una marmota, que nos han dado la 1:30. Eso sí, mereciendo la pena totalmente.

Felicidades a los Miguel, Gabriel y Rafael, que es su santo también.

2 comentarios:

Belen dijo...

Eso es ¡todo un regalo! Envidia...

Anónimo dijo...

que buen regalito prima!!!
que envidia...

Maria L.