jueves, 7 de enero de 2010

La gran cena griega

Ya estamos a jueves, empieza el fin de semana.

Y ha empezado con marrón de Hyundai. Nos ha llegado una petición desde la oficina de Londres, que son los que están dirigiendo la cuenta,para mañana. Aún no se enteran de que nuestro fin de semana no va igual que el suyo. Lo que a nosotros nos piden para el viernes, significa para hoy. En un principio, yo llevaba Kia pero ahora parece que me han cambiado a Hyundai, mala suerte.

Luego, mirando el documento con calma, no era para tanto. Gracias a que nosotros no podemos hacer análisis de competencia, porque no existe la herramienta, pues sólo me tocaba preparar un par de diapositivas.

He podido bajar a comer con Claudine y Angelica, que teníamos el plan montado desde el lunes. Nos hemos estado contando las vacaciones de Navidad, qué lejos quedan ya.

A las 19:15 terminaba el documento y lo dejaba enviado. Empezaba el fin de semana.

Primero, a casa a hablar con mis padres, que en toda la semana no hemos hablado.

Luego me he cambiado rápido, que Osama venía a recogerme para ir a la cena con Emilie y unos amigos suyos.

Habíamos quedado en Elia, el restaurante griego que tanto nos gusta. Osama y yo éramos los primeros en llegar. Se ha unido Xavier, luego han llegado las chicas: Cecille (recién estrenada mujer de Xavier), Emilie (la organizadora) y Dalal (no sé si se escribe así). Por último, los rezagados, han sido Flor y Jean Phillipe. Una buena panda, ¿verdad?

Siguiendo las recomendaciones de la encargada, optamos por el menú sorpresa. Como aperitivos, nos han traído de todo, bien surtido. Entre otras cosas, que no me acuerdo de todo, eran unos calabacines rebozados, unas empanadillas de puerro, unos pimientos verdes aliñados (picantes), como un puré de berenjenas, unas quiches de verduras riquísimas, queso frito, etc. Hemos comido como si sólo fuera a base de tapas y, de repente, nos dicen que hay plato principal; flipamos claro. Ahí nos han sacado una musaca (indispensable), unos pinchos de ternera y un risotto de marisco, que a mí me lo han traído aparte sin queso (todo un detalle). En resumen, nos hemos puesto morados. Y, lo mejor, el precio. Con dos botellas de tinto incluidas (que aquí el vino es caro), hemos salido a 30 euros por persona. No es de extrañar que sea uno de nuestros restaurantes preferidos, ¿verdad?

La colonia francesa proponía ir a tomar unas copas a un pub de moda, i2, pero estábamos muertos y, además, mañana toca levantarse temprano. Pero cenas como esta, hay que repetirlas.

No hay comentarios: