lunes, 30 de junio de 2008

A las 22:30 en la cama

Si ayer me costaba levantarme, no puedo explicar lo de esta mañana. Casi necesito que venga la grúa a levantarme. Esta noche me acuesto a las 22:00, espero.

En la oficina ha estado tranquilo el día. Ahora Joe está camelándose a uno de los conductores para que le deje la plaza de aparcamiento. Como Sainul, el chófer, llega muy temprano, siempre tiene buen sitio. A eso de las 10:15 se suele ir a Jebel Ali a entregar el correo interno. Así que Joe aprovecha y aparca en su sitio. Quiere negociar con él para pagarle 200 dirhams (unos 35 euros) al mes para asegurarse el intercambio.

A mediodía, he ido a comer con Lise, Claudine y Angelica. Han estado contando una despedida de soltera de este fin de semana, qué malas son. Luego nos ha contado Angelica que estuvo en una boda de una amiga que, en plena Iglesia, dijo que no se casaba. Claro, la fiesta tuvo que continuar tal cual porque ya estaba todo encargado y pagado. Anda que menuda faena.

Por la tarde, hemos despedido a Elodie, que era su último día en la oficina. Mañana empieza en una agencia de Relaciones Públicas. Maya ha subido unos brownies de Circle y hemos caído todos, ¡qué ricos!

De ahí, he ido a Ibn Battuta a hacer algo de compra, que no tengo nada en la nevera. Mucha frutita, que es muy sano. Y a casa volada que estaba muerta de cansancio. De hecho, a las 22:30 estaba encamada como las liebres. Hoy era el típico día de quedarme dormida de camino a la almohada.

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