
Luego hemos comido en la playa, de barbacoa y a despedirse, que toca volver a casa, qué pena, con lo bien que nos vendrían un par de días más allí.
Al llegar al aeropuerto, teníamos que esperar fuera porque no llevábamos los billetes, un caos. Menos mal que no han tardado mucho.
Una vez dentro, hemos intentado comprar agua y algo de picar en la cafetería pero, increíble, sólo aceptaban euros. Tampoco podíamos pagar con tarjeta de crédito. Estos egipcios tienen pinta de ser un poco mafiosillos. En la sala de espera, he estado charlando con gente de Starcom, muy simpáticos todos. El responsable del departamento de online es griego, Elias, encantador.
El vuelo, esta vez, ha sido más movidito de lo normal, bastantes turbulencias. Para colmo, tenía detrás al mismo tipo graciosillo del vuelo de ida. Ha estado, si cabe, aún más insoportable. Mahmoud, nuestro contacto en MSN, estaba desesperado, pobre. Yo me he colocado mi iPod, la toalla de MSN como manta, estaba helada, y a dormir un rato.
Hemos llegado a Dubai a las 00:15 y he salido volada del avión para poder llegar a casa lo más pronto posible. Gracias a Dios, en la terminal 2 también existe el e-gate, para saltarnos el control de pasaportes, que había una cola monumental.
Ya en el taxi, hemos parado en una gasolinera porque no tenía cambio, sólo un billete de 1.000 dirhams que equivalen a unos 200 euros, una pasta vamos. He comprado crédito para el teléfono que me había quedado seca. Así le he podido mandar un mensajín a Peterman, que es su cumpleaños. Ya me contarán qué tal el meeting por Sevilla.
Y por fin en casita, hogar dulce hogar. Como dejé el aire acondicionado apagado todo el fin de semana, estaba hecha un horno. Suerte que, como es pequeña, se enfría rápido. Entre pitos y flautas, no me he metido en la cama hasta la 1:15. Empezando bien la semanita.
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