sábado, 8 de noviembre de 2008

Madrugón, madrugón

Cuando ha sonado el despertador a las 7 de la mañana, creía que era broma. Lo único que me apetecía era llamar al concesionario para anular la revisión del coche.

Había quedado con Emilie porque ella también dejaba el suyo. Y Osama nos seguía con su coche para poder hacer de chófer luego, pobre. Ella ha tenido más suerte que yo porque se lo entregan esta tarde. Sin embargo, el mío estará listo mañana, porque le tienen que cambiar las pastillas de freno.

De ahí, a hacernos un masaje con Laura. Yo utilizaba el vale que me regalaron Laura y Dani, ¡muchísimas gracias otra vez! Me han dado uno de aromaterapia y me han dejado como nueva. El sitio me ha encantado, son muy profesionales y muy limpias. Definitivamente, hay que volver.

Luego, directamente a la piscina a tomar el sol. Esta vez ha cundido bastante porque hemos estado más tiempo. Ignacio se lo ha pasado pipa en el agua con su flotador nuevo, es un patito. Además, con los dos dientes que le han salido, está todo el día con boca de pato, nos lo comemos.

Hemos comido allí mismo y, cuando el sol ya no pegaba, nos volvimos a casa de Laura y Dani. Desde allí hemos intentado llamar a un taxi para ir a recoger el coche de Emilie. Después de una hora y cuarto de espera, nos ha terminado llevando Laura en su coche.

Emilie me ha dejado en Misa mientras ella iba a Karama a por un bolso. Luego nos hemos vuelto a casita.

Desde allí, he llamado a mis padres que están en la tradicional Ravinada, así que he hablado con parte de la familia. Una penita no estar allí por segundo año consecutivo. A ver si el que viene hay más suerte.

Y poco más que añadir. No importa que aquí sea sábado, la sensación es la misma que el domingo en España: pereza mortal que volver a empezar otra semana.

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